sábado, 31 de mayo de 2014

¡Esto es la crisis, imbécil!


Hace algunos años, cuando aún no se olía esta crisis y apenas asomábamos la nariz de la anterior, conocí a un empresario de esos que se creen de éxito. El tipejo vivía a todo tren mientras dirigía más empresas que dedos tenía. Digo lo de dirigía como una concesión y porque tampoco puedo decir que tenía porque, como se demostró después, casi nunca estaban a su nombre.
--Yo he creado más de un centenar de empleos. Los trabajadores tienen que estarme agradecidos por el hecho de darme trabajo.
Lo que no contaba este individuo es que después de unos primeros meses de aparente éxito, todas y cada una de sus empresas terminaban dando pérdidas y los primeros en pagarlas eran esos empleados. Trabajar y no cobrar no parece precisamente la panacea y tampoco creo que ningún trabajador pueda estar agradecido por el simple hecho de tener trabajo. Nadie trabaja por amor a arte.
El tipejo siempre seguía uno de los principios básicos de Kiyosaki: primero siempre cobraba él, antes incluso de hacer cuentas. Curiosamente muchas de sus empresas podían haber sido totalmente viables porque su índice de pérdidas era inferior al salario de este señor y su familia… y cobraba de todas las empresas.
“Curiosamente” el castillo de naipes que este gran empresario había construido, se terminó de hundir en 2007. Ningún acreedor pudo reclamarle ni un duro directamente a él, pero su hija y un vecino deficiente mental, acabaron en la cárcel.
Todo muy lamentable, pero lo peor de todo es que si todo eso ocurriese hoy, con las limitaciones legales impuestas por Gallardón y la nefasta reforma laboral del PP, este señor que hoy está pillado con las limitaciones que le impuso una juez con su divorcio, escaparía de rositas porque su hija no iría a la cárcel. Posiblemente ya habría encontrado otro deficiente mental que le hiciera de cabeza de turco, y tendría un centenar de nuevas empresas.
Ni que decir tiene que en todas sus quiebras dejaba de pagar a sus proveedores cuya deuda, en un entorno de crisis podría ser la definitiva para hundir a otra empresa inocente. Y es que en nuestro país hay muchos empresarios que se financian a través de pequeños proveedores, lo que unido a la obligación de pagar el IVA de las ventas no cobradas, se convierten en losas que destruyen el tejido empresarial.
Y es que un solo mal empresario puede acabar con un número muy grande de empresas.  Por eso hay que proteger a los buenos empresarios, pero también por eso, en nuestro país la única forma de salir de la crisis es protegiendo a los empleados en activo, convirtiendo a los empresarios en responsables sociales.
Y si esto sucede con pequeñas empresas, podemos ver que si sucede con empresas más grandes, la cosa es mucho más grave. Por eso se tiene que vigilar la externalización que llevan a cabo algunas grandes empresas, porque terminan generando empleos esclavos para falsos autónomos y esto lo logran a través de redes de contratas y subcontratas. Al final, esas externalizaciones no son más que un elaborado fraude.
En un país de pícaros jamás debe permitirse una sola ley que favorezca a los poderosos, porque su aprovechamiento generará muchos más daños en las estructuras sociales que cualquier beneficio prometido. Es por esto que el PP no puede hablar de herencia recibida ya que la herencia que ellos van a dejar es mil veces más dañina y va a hipotecar a España durante décadas. Incluso aunque se reversibilicen todas las leyes por ellos aprobadas, porque el daño ya está hecho y los supuestos beneficios que ellos esperaban no son reales en la idiosincrasia española.

Si a Rajoy y los suyos les quedara alguna neurona viva, la pondrían a trabajar para salvar lo poco que aún queda, y a sacar al país de la perversión neoliberal en que lo han introducido… pero me temo que si existe esa neurona se ha ido a meditar al Valle de los Caídos.

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