domingo, 15 de junio de 2014

¿Quién dice que unionistas y soberanistas no podemos entendernos?

Imagen tomada de www.lamentable.org

¿Quién dice que unionistas y soberanistas no podemos entendernos?
Esta no es una pregunta retórica porque los más extremistas de cada bando nos han vendido esta idea y nos la hemos creído. Y, últimamente, he podido comprobar que entre ambos grupos hay mucho que hablar y muchas más posibilidades de entendimiento de lo que muchos se creen. Y conste que no estoy hablando de ese invento falto de contenido y trasnochado del Federalismo que se inventó el PSC como contrapartida, pero que el PSOE solo ha aceptado a regañadientes… como aquel Estatut que supuestamente aceptarían tal como saliera del Parlament catalán y al final fue más recortado que el vestuario Miley Cyrus.
Hay que aceptar, de entrada, que el soberanista aún cree que es posible la unidad y que esta nos da una mayor fuerza conjunta, y el soberanista que España confundió la solidaridad con obligar a Catalunya a renunciar a ser Catalunya y que ya no queda otra salida que seguir caminos separados. Entre estos dos posicionamientos irreconciliables, aún hay muchas cosas sobre las que hablar… dialogar, si es que ambos se imaginan bajo unos principios democráticos.
Y es que, mal que les pese a ambos bandos, el gran número de indecisos que hay aún podría cambiar la mayoría soberanista existente. Así que el atractivo de las propuestas, pero, sobre todo, la comprensión de las problemáticas existentes, serán decisivas. Lógicamente, la agresividad lesiva del Gobierno Popular, está haciendo que la balanza se decante, casi decisivamente del lado soberanista y es casi obvio que de seguir en esa tendencia puede llegar a ser una opción irreversible (si no lo es ya). Por todo ello, los unionistas más racionales y demócratas, esperan poder retrasar ese referéndum con la intención de poder cambiar la imagen de España en Catalunya. Una imagen que se deteriora más y más cada vez que se niegan o incluso se ataca los sentimientos y quejas de la ciudadanía catalana.
¿Y entonces, dónde está el margen para el diálogo?
Si hablamos de dinero nos daremos de bruces con la ocultación de datos de los diferentes gobiernos, su uso solo puede servir para enturbiar las relaciones. Sin embargo, un tema tan sangrante, como es el emocional, sí que se puede usar para el entendimiento si se tiene el suficiente tacto.
A nivel de ejemplo voy a hablar del idioma. Nunca se han parado a pensar por qué un catalán no puede entender porque un unionista pueda creer que la lengua catalana no es importante y un unionista no comprenda por qué hiere tanto a los catalanes cuando se  pretende legislar sobre su lengua y educación desde Madrid. Este es un punto de incomprensión en que los partidos políticos que han usado el enconamiento como fuente de votos, tienen mucha responsabilidad. Posiblemente CiU y PSC-PSOE tengan mucho que ver, pero, sobre todo, desde que José María Aznar llegó a la Secretaría General del PP, este partido uso una campaña criminalización de Catalunya y Euskadi, donde se extendió el mito de que Catalunya quería acabar con el español (para referirse a la lengua castellana). Lo peor es que el mito prosperó tanto que en 1996 Aznar ganó las elecciones y lo celebró en el balcón de la calle Génova mientras sus afines gritaban:
“¡Pujol (por el entonces President de la Generalitat de Catalunya), enano, habla castellano!”
En ningún momento, el vencedor de aquellos comicios, pidió que cesaran aquellos gritos, con lo que daba a entender que estaba de acuerdo con ellos. En aquel momento, toda la catalanofobia que el PP había sembrado durante años, había dado sus frutos. Y también, a partir de aquel momento, todos los políticos honestos que ese partido pudiera tener y que no concebían semejante infamia, tenían los días contados bajo esas siglas.
Claro, que Aznar necesitó de CiU y PNV para gobernar en aquella legislatura, lo que retrasó sus proyectos. Aunque hay que afirmar que los dos partidos nacionalistas de derechas fueron unos ingenuos, porque el PP, aunque no tomaba iniciativas “antiautonomistas”, sí que seguía alimentando la “vascofobia” y la “catalanofobia”. Los mitos de que todos los vascos eran etarras y que en Catalunya se prohibía el español (para denominar al castellano), cada vez estaban más vivos en todos los rincones de España. Fruto de aquello tuve que llamarle la atención unos amigos que hablaban del País Vasco como el lugar donde solo existía ETA, o también un amigo mío fue expulsado de un taxi e Madrid por hablar en catalán por su teléfono móvil. Esos eran los paradigmas de la España que alimentaba el aznarismo y que se tornó infernal cuando alcanzó la mayoría absoluta en su segunda legislatura.
Afortunadamente, no todos los unionistas son o han sido del PP, ni se han dejado llevar por la catalanofobia, así que aún es posible explicarles qué relación existe entre Catalunya y la Lengua Catalana.
Otro punto de discordia está emparentado con el económico, en el que dijimos que no íbamos a entrar… y así lo haremos, pero creo que hay que explicar cuan ofensivo resulta para el resto de España eso del “Espanya ens roba”. Porque aquel trabajador madrileño que se rompe los cuernos por cuatro duros y al que le birlan los servicios igual que al catalán, le jode mucho que le digan que está robando a los catalanes y no entiende cómo en Catalunya pueden decir lo que para él es una obvia falsedad. Y es que el dinero que se escapa de Catalunya y supuestamente enviado a la solidaridad, en realidad se pierde, como muchos otros y enormes paquetes de dinero, en manos de “La Casta”.
Hemos dicho que hay campo para el diálogo, pero entre los que niegan la realidad y los que la pretenden forzar, se olvidan que para un demócrata, tal y cómo se han llevado las cosas, solo queda, respecto al Referéndum, ponerle fecha y negociar la pregunta.
Hay que pensar que, a pesar de lo inclinada que está la balanza, el diálogo podría beneficiar al unionismo. Pero no porque ya no puedan tenerlo peor, sino porque el soberanismo solo puede ofrecer la incertidumbre en base a unas cifras que no serían representativas de un Estado Independiente, en cambio el unionismo puede ofrecer cambios, alternativas y cubrirlos con la apuesta tangible que debió hacer por Catalunya y el catalán, hace ya mucho tiempo… per eso con el actual PP en el Gobierno parece imposible.
Los soberanistas y los unionistas demócratas y dialogantes saben que esto es verdad, y ambos tienen un enemigo en el PP, como en su día Juan Carlos I, cuando quiso perpetuarse a través de una democracia, los tuvo en Arias Navarro y en Fraga Iribarne. No es extraño, pues, que el último fuese el fundador del Partido Popular.

¿Quién dice que unionistas y soberanistas no podemos entendernos?

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