Imagen tomada de www.lamentable.org
¿Quién dice que
unionistas y soberanistas no podemos entendernos?
Esta no es una
pregunta retórica porque los más extremistas de cada bando nos han vendido esta
idea y nos la hemos creído. Y, últimamente, he podido comprobar que entre ambos
grupos hay mucho que hablar y muchas más posibilidades de entendimiento de lo
que muchos se creen. Y conste que no estoy hablando de ese invento falto de
contenido y trasnochado del Federalismo que se inventó el PSC como
contrapartida, pero que el PSOE solo ha aceptado a regañadientes… como aquel Estatut
que supuestamente aceptarían tal como saliera del Parlament catalán y al final
fue más recortado que el vestuario Miley Cyrus.
Hay que aceptar, de
entrada, que el soberanista aún cree que es posible la unidad y que esta nos da
una mayor fuerza conjunta, y el soberanista que España confundió la solidaridad
con obligar a Catalunya a renunciar a ser Catalunya y que ya no queda otra
salida que seguir caminos separados. Entre estos dos posicionamientos
irreconciliables, aún hay muchas cosas sobre las que hablar… dialogar, si es
que ambos se imaginan bajo unos principios democráticos.
Y es que, mal que
les pese a ambos bandos, el gran número de indecisos que hay aún podría cambiar
la mayoría soberanista existente. Así que el atractivo de las propuestas, pero,
sobre todo, la comprensión de las problemáticas existentes, serán decisivas.
Lógicamente, la agresividad lesiva del Gobierno Popular, está haciendo que la
balanza se decante, casi decisivamente del lado soberanista y es casi obvio que
de seguir en esa tendencia puede llegar a ser una opción irreversible (si no lo
es ya). Por todo ello, los unionistas más racionales y demócratas, esperan
poder retrasar ese referéndum con la intención de poder cambiar la imagen de
España en Catalunya. Una imagen que se deteriora más y más cada vez que se
niegan o incluso se ataca los sentimientos y quejas de la ciudadanía catalana.
¿Y entonces, dónde
está el margen para el diálogo?
Si hablamos de
dinero nos daremos de bruces con la ocultación de datos de los diferentes
gobiernos, su uso solo puede servir para enturbiar las relaciones. Sin embargo,
un tema tan sangrante, como es el emocional, sí que se puede usar para el
entendimiento si se tiene el suficiente tacto.
A nivel de ejemplo
voy a hablar del idioma. Nunca se han parado a pensar por qué un catalán no
puede entender porque un unionista pueda creer que la lengua catalana no es
importante y un unionista no comprenda por qué hiere tanto a los catalanes cuando
se pretende legislar sobre su lengua y
educación desde Madrid. Este es un punto de incomprensión en que los partidos
políticos que han usado el enconamiento como fuente de votos, tienen mucha
responsabilidad. Posiblemente CiU y PSC-PSOE tengan mucho que ver, pero, sobre
todo, desde que José María Aznar llegó a la Secretaría General del PP, este
partido uso una campaña criminalización de Catalunya y Euskadi, donde se
extendió el mito de que Catalunya quería acabar con el español (para referirse
a la lengua castellana). Lo peor es que el mito prosperó tanto que en 1996
Aznar ganó las elecciones y lo celebró en el balcón de la calle Génova mientras
sus afines gritaban:
“¡Pujol (por el entonces President de la
Generalitat de Catalunya), enano, habla
castellano!”
En ningún momento,
el vencedor de aquellos comicios, pidió que cesaran aquellos gritos, con lo que
daba a entender que estaba de acuerdo con ellos. En aquel momento, toda la
catalanofobia que el PP había sembrado durante años, había dado sus frutos. Y
también, a partir de aquel momento, todos los políticos honestos que ese
partido pudiera tener y que no concebían semejante infamia, tenían los días
contados bajo esas siglas.
Claro, que Aznar
necesitó de CiU y PNV para gobernar en aquella legislatura, lo que retrasó sus
proyectos. Aunque hay que afirmar que los dos partidos nacionalistas de
derechas fueron unos ingenuos, porque el PP, aunque no tomaba iniciativas “antiautonomistas”,
sí que seguía alimentando la “vascofobia” y la “catalanofobia”. Los mitos de
que todos los vascos eran etarras y que en Catalunya se prohibía el español
(para denominar al castellano), cada vez estaban más vivos en todos los
rincones de España. Fruto de aquello tuve que llamarle la atención unos amigos
que hablaban del País Vasco como el lugar donde solo existía ETA, o también un
amigo mío fue expulsado de un taxi e Madrid por hablar en catalán por su teléfono
móvil. Esos eran los paradigmas de la España que alimentaba el aznarismo y que
se tornó infernal cuando alcanzó la mayoría absoluta en su segunda legislatura.
Afortunadamente, no
todos los unionistas son o han sido del PP, ni se han dejado llevar por la
catalanofobia, así que aún es posible explicarles qué relación existe entre
Catalunya y la Lengua Catalana.
Otro punto de
discordia está emparentado con el económico, en el que dijimos que no íbamos a
entrar… y así lo haremos, pero creo que hay que explicar cuan ofensivo resulta
para el resto de España eso del “Espanya
ens roba”. Porque aquel trabajador madrileño que se rompe los cuernos por
cuatro duros y al que le birlan los servicios igual que al catalán, le jode
mucho que le digan que está robando a los catalanes y no entiende cómo en
Catalunya pueden decir lo que para él es una obvia falsedad. Y es que el dinero
que se escapa de Catalunya y supuestamente enviado a la solidaridad, en
realidad se pierde, como muchos otros y enormes paquetes de dinero, en manos de
“La Casta”.
Hemos dicho que hay
campo para el diálogo, pero entre los que niegan la realidad y los que la
pretenden forzar, se olvidan que para un demócrata, tal y cómo se han llevado
las cosas, solo queda, respecto al Referéndum, ponerle fecha y negociar la
pregunta.
Hay que pensar que,
a pesar de lo inclinada que está la balanza, el diálogo podría beneficiar al
unionismo. Pero no porque ya no puedan tenerlo peor, sino porque el soberanismo
solo puede ofrecer la incertidumbre en base a unas cifras que no serían
representativas de un Estado Independiente, en cambio el unionismo puede
ofrecer cambios, alternativas y cubrirlos con la apuesta tangible que debió hacer
por Catalunya y el catalán, hace ya mucho tiempo… per eso con el actual PP en
el Gobierno parece imposible.
Los soberanistas y
los unionistas demócratas y dialogantes saben que esto es verdad, y ambos
tienen un enemigo en el PP, como en su día Juan Carlos I, cuando quiso
perpetuarse a través de una democracia, los tuvo en Arias Navarro y en Fraga
Iribarne. No es extraño, pues, que el último fuese el fundador del Partido
Popular.
¿Quién dice que
unionistas y soberanistas no podemos entendernos?
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