Hoy he ido
con mi hijo a comprar algunas herramientas para sus estudios, y alguna cosilla
más, en una ferretería del barrio. A la hora de pagar la cajera me ha
preguntado si quería recibo y le he contestado que no.
Mi hijo, tras salir de la tienda, me ha recordado que hace algunos años yo siempre pedía el recibo, especialmente si no tenían la predisposición de dármelo. “¿Por qué hoy no, papá?”
Hace unos meses estuve hablando con algunos conocidos de esos que trabajan por su cuenta. Autónomos. Y uno de ellos me comentó que ya no llegaba a final de mes. Curiosamente tenía trabajo de sobras, pero entre las cuotas de autónomo, el desmesurado IVA y los precios reventados, estaba pasando muchos apuros. Mi otro amigo no tuvo tantos tapujos para decir lo que ahora me parece obvio.
“Tú crees que cobramos caros nuestros servicios, pero te aseguro que entre Montoro y las cuotas, los que trabajamos no pillamos casi nada de todo eso que pagas. Tanto es así que, mi gestor y mi abogado, me han aconsejado que cobre en negro siempre que sea posible… o eso o que inicie un largo régimen a base de arroz y agua”.
Sí, señores, a base de cuotas e impuestos, nuestros pequeños empresarios, los autónomos, los verdaderos emprendedores que construyen el tejido económico de nuestro país, no logran ni un triste salario de supervivencia. Así que solo el fraude al Estado garantiza nuestra supervivencia. Por tanto, en su afán recaudatorio, el gobierno del PP nos ha hecho copartícipes de su propio fraude y de su corrupción. Y, con tanto impuesto al consumo y tasas a los de abajo, han logrado recaudar mucho menos que antes.
Pero lo peor no es eso. Lo peor es que aquello que tardó tantos años en cargarse en nuestro cerebro, que es la idea de que defraudar es malo, se ha perdido de nuevo… y ahora aún es peor, porque entendemos que es una necesidad.
Por eso… yo ya no pido recibos a no ser que sospeche de algún posible peligro en la transacción. Ahora doy la oportunidad a todos esos pequeños profesionales de que puedan negar, a la todopoderosa Hacienda, la visión de todas sus transacciones. Sé que su supervivencia es la mía. Porque mientras los grandes millonarios escaquean miles de millones en Panamá o Suiza, nuestros vecinos se matan a trabajar por unas briznas de pan. Lástima que no piensen que parte de su miseria está en votar a corruptos como el PSOE, C’s y, sobre todo, el PP.
Las posibilidades de un verdadero cambio siguen estando en nuestras manos y solo hace falta pensar que, nuestra corrupción de supervivencia, nada tiene que ver con la suya de opulencia.
Cuando mañana Cospedal vuelva a decir que la corrupción es cosa de este país, recuerda que no es lo mismo cuando se trata de comida y no sientas culpabilidad por aquello que ellos te han obligado a hacer.
Esto tiene solución, pero, si la tiene, mañana volverás a pagar todos tus impuestos. Porque, si bien el que roba a un ladrón tiene cien años de perdón, robar sigue siendo robar y debe ser una excepción de necesidad y nunca una costumbre.
Recuerda, ellos no son como nosotros, vota con responsabilidad.
Mi hijo, tras salir de la tienda, me ha recordado que hace algunos años yo siempre pedía el recibo, especialmente si no tenían la predisposición de dármelo. “¿Por qué hoy no, papá?”
Hace unos meses estuve hablando con algunos conocidos de esos que trabajan por su cuenta. Autónomos. Y uno de ellos me comentó que ya no llegaba a final de mes. Curiosamente tenía trabajo de sobras, pero entre las cuotas de autónomo, el desmesurado IVA y los precios reventados, estaba pasando muchos apuros. Mi otro amigo no tuvo tantos tapujos para decir lo que ahora me parece obvio.
“Tú crees que cobramos caros nuestros servicios, pero te aseguro que entre Montoro y las cuotas, los que trabajamos no pillamos casi nada de todo eso que pagas. Tanto es así que, mi gestor y mi abogado, me han aconsejado que cobre en negro siempre que sea posible… o eso o que inicie un largo régimen a base de arroz y agua”.
Sí, señores, a base de cuotas e impuestos, nuestros pequeños empresarios, los autónomos, los verdaderos emprendedores que construyen el tejido económico de nuestro país, no logran ni un triste salario de supervivencia. Así que solo el fraude al Estado garantiza nuestra supervivencia. Por tanto, en su afán recaudatorio, el gobierno del PP nos ha hecho copartícipes de su propio fraude y de su corrupción. Y, con tanto impuesto al consumo y tasas a los de abajo, han logrado recaudar mucho menos que antes.
Pero lo peor no es eso. Lo peor es que aquello que tardó tantos años en cargarse en nuestro cerebro, que es la idea de que defraudar es malo, se ha perdido de nuevo… y ahora aún es peor, porque entendemos que es una necesidad.
Por eso… yo ya no pido recibos a no ser que sospeche de algún posible peligro en la transacción. Ahora doy la oportunidad a todos esos pequeños profesionales de que puedan negar, a la todopoderosa Hacienda, la visión de todas sus transacciones. Sé que su supervivencia es la mía. Porque mientras los grandes millonarios escaquean miles de millones en Panamá o Suiza, nuestros vecinos se matan a trabajar por unas briznas de pan. Lástima que no piensen que parte de su miseria está en votar a corruptos como el PSOE, C’s y, sobre todo, el PP.
Las posibilidades de un verdadero cambio siguen estando en nuestras manos y solo hace falta pensar que, nuestra corrupción de supervivencia, nada tiene que ver con la suya de opulencia.
Cuando mañana Cospedal vuelva a decir que la corrupción es cosa de este país, recuerda que no es lo mismo cuando se trata de comida y no sientas culpabilidad por aquello que ellos te han obligado a hacer.
Esto tiene solución, pero, si la tiene, mañana volverás a pagar todos tus impuestos. Porque, si bien el que roba a un ladrón tiene cien años de perdón, robar sigue siendo robar y debe ser una excepción de necesidad y nunca una costumbre.
Recuerda, ellos no son como nosotros, vota con responsabilidad.
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