Imagen tomada de la web del diario Ara.
Hay políticos a los que se ha criticado por una imagen o una
postura ilógica, ofrecida una sola vez, pero hay que reconocer que, la mayoría
de políticos tiene unos puntillos o tics que, por habituales, les califican
perfectamente.
El caso de Rivera es uno de los más interesantes, porque
siempre habíamos criticado su habitual costumbre de tocarse la nariz, que
habitualmente hablaría de un mentiroso compulsivo, y de su obsesión por sorber
con la nariz, que, para un político, puede suponer algo más preocupante. Ya sea
porque podría derivar en una sinusitis o porque podría delatar un abuso de
administrarse productos por la nariz. Y no vamos a decir que Rivera podría ser
cocainómano, porque también pudiera ser que le pasara como a la vecina de los
chicos de "Big Ban teory". Kaley Christine Cuoco, Penny en la serie,
tuvo que ser operada por culpa de su adicción a los inhaladores nasales. Al
final, Albert Rivera, le guste o no, se ha ganado a pulso el apodo de
Farlopito.
Mariano Rajoy será reconocido por sus obnubilaciones, sus
pérdidas de contacto con la realidad y sus caras de idiota. No hace falta
entrar en detalles porque a todos nos viene alguna a la memoria. Así es lo
mismo decir Mariano, Rajoy o "¿y la europea?".
Artur Mas, o el hombre L’Oreal, fue caricaturizado por el
programa Polonia con aquel gracioso “-¡Guapu!
-¡Gracies!”. Y es que el político catalán parece que siempre está buscando su
mejor perfil para la cámara.
Duran i Lleida siempre fue la antítesis de Mas. Lleida
intentaba mantener una dignidad imposible mientras terminaba cayendo en los
tópicos de los andaluces y que estos, en lugar de culpar a este individuo,
extendían a todos los catalanes. El mismo político que enemistó a media España
contra los catalanes es hoy uno de los máximos valedores del “españolismo” en
España. Por eso Duran y la contradicción siempre serán una misma cosa.
Pablo Iglesias siempre ha intentado que sus detractores se
fijen en su coleta, en su ropa del Carrefour, y otra serie de menudencias que
terminarían por calificar más al crítico que al criticado. Todo muy inteligente
hasta que tuvo que entrar, en las elecciones catalanas, en la política de
verdad. Allí se olvidó de demasiadas cosas, por ejemplo de que allí era un
invitado y que solo hablando en positivo podía aportar cosas buenas. Iglesias
entró al trapo contra la imagen del President Mas, por desgracia para él, y
gracias a la ineptitud del PP, la imagen del President estaba blindada.
Iglesias hizo más mal que bien a CSQP. Después llegaron sus debates con Rivera
y todos, después de haberlo visto en TV, pensábamos que se comería al de
Ciudadans, pero no fue así. Iglesias es un neófito en el debate político y
después de 9 años en activo, Rivera ha aprendido a minar los argumentos del
rival cortándolos con una cuña humorística. Mientras Iglesias cree que con
argumentos sólidos se puede todo, Rivera sabe que lo que importa es llevar una
imagen al populacho, que no son necesarios los argumentos si los del rival no
llegan y, además, consigues arrancar una sonrisa a la plebe. Rivera explota las
características del abusón de patio de colegio, pero ha logrado plasmar en la
gente una imagen de Pablo Iglesias como el enanito gruñón, y ahora esta puede
prevalecer si los asesores de pablo Iglesias no logran compensarla.
Y es que en ocasiones la imagen no tiene por qué ser
ciertas. Ese sería el caso de Antonio Baños, un político del que sabemos muy
poco y que, por ello, la imagen que han creado los hooligans de CDC ha calado
más que la realidad del propio personaje, allá donde esté.
En otras ocasiones el parecido con determinados personajes
de ficción anulan toda posibilidad de que el político que pueda haber debajo se
pueda tomar en serio. Este sería el caso de la vicepresidenta el Gobierno
Soraya Sáenz de Santamaría. Es imposible mirarla y no ver a la cerdita Peggy.
Si por lo menos no hablara con esos tics
sañosos de colegiala maleducada y
mandona, si no levantara la cabeza para soltar sonidos agudos y poco
agraciados, si se sacara la patata de la boca para hablar, si…
Es lo que tiene la política, uno se ofrece a tener una
imagen y él es tan responsable de ella como los que se ríen de ella. Que
después algunos, como Rivera, pretendan denunciar a los que se burlan de esa
imagen creada, solo puede generar más burlas. Por cierto, si al final prospera
la denuncia de Albert Rivera contra Juan
Carlos Monedero, espero que obliguen a Rivera a hacer análisis de orina, pelo y
sangre, para demostrar que lo de Farlopito no es acertado. Pero me da a mí que…
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