Cartel del documental tomado de la web cinercia.es
La proyección de “Ciutat Morta”
ha levantado ampollas con el tema de las torturas por parte de la Guardia
Urbana. Son muchos los que han tratado de negar esa circunstancia alegando no sé
qué de dignidad del cuerpo y valor del funcionariado o las fuerzas de orden
respecto a la ciudadanía… Vamos, que para algunos la palabra de un Guardia
Urbano está por encima de la de cualquier ciudadano. De hecho la ley también
acostumbra a estar del lado de las fuerzas del poder sin tener en cuenta que
esas fuerzas son personas con las consiguientes debilidades humanas.
Personalmente soy de los que
pienso que la palabra de un policía debe estar por debajo de la de cualquier
ciudadano de probada honradez. Creo que esto es así por varias razones. La primera
es que la declaración de un Guardia Urbano o un Policía, responde a su
situación profesional y que si la situación resultante demuestra una debilidad
humana, un error o un delito, puede peligrar su profesión. La segunda razón es
que todas entidades cerradas, como lo son los cuerpos de orden público, generan
un elevado corporativismo, por lo que raramente un elemento declarará contra
otro. Y finalmente, porque la elevada necesidad de violencia que muestra ese
oficio hace que habitualmente se acerquen a él individuos que sienten afinidad
hacia ella, sin que se les rechace en masa ni se les prepare para contenerla.
En pocas palabras, que hay
razones sobradas para considerar que en temas de violencia siempre es más
sospechoso un señor uniformado que un civil.
Por si todo esto no fuese
suficiente, durante las cargas policiales en Plaza Catalunya durante los hechos
del 15M, un Guardia Urbano tuvo que ser suspendido tras interceptarse varios
emails que denotaban unas ansias de violencia extrema. Lo más grave es que
aquellas manifestaciones se hicieron sin ocultación, como parte de
conversaciones habituales y tácitamente aceptadas por la mayoría de sus
miembros.
Si aquellos hechos de 2011 no
alertaron suficientemente de la existencia de individuos muy violentos, e
incluso desequilibrados, dentro de la Guardia Urbana, el conocimiento de los
hechos del 4F ya no dejan lugar a dudas.
Con todo esto no quiero decir que
todos los miembros de la Guardia Urbana, ni siquiera un porcentaje elevado,
sean unos violentos; pero sí afirmo que los que no lo son, por su esmerado
corporativismo y por no quererse ver implicados, han pasado de puntillas y no se
han querido enterar de esta realidad. Para quien aún lo dude, esto también es
corrupción, y sin embargo, desde dentro, una persona con una ética impecable
sería tratada como un vulgar chivato. Así que hasta que los propios cuerpos de
Orden Público no hagan limpieza de sus miembros más incívicos, violentos y
antidemocráticos, la palabra de cualquier uniformado no puede ser confiable
para ningún ciudadano de bien por mucho que la justicia les dé más credibilidad.
Con todo esto no quiero decir que,
la postura oficial que se expone en “Ciutat Morta”, no sea cierta, pero sí
afirmo que aquello que hizo que en su momento fuese la aceptada como válida, no
lo es. Es decir, que entre la palabra de unos violentos uniformados y unos
supuestos uniformados con aspecto “okupa”, debió prevalecer la figura judicial
de la presunción de inocencia. Porque siempre es mejor que un culpable quede
libre antes de que se sentencie a un inocente.
Es para situaciones como esta
para la que se pensaron en su día los indultos, no para liberar a corruptos, amiguitos
del partido, banqueros o Mossos leñeros. Debe liberarse a aquellas personas en
que existan sospechas sobre la vulneración de sus derechos o a aquellas que
supongan en libertad un beneficio para la sociedad en general.
Deben investigarse los hechos del
4F, no obstante, no porque aún queden posibles inocentes en la cárcel, sino
porque la limpieza de nuestras instituciones no solo está en entredicho, sino
que hay evidencias de que hay elementos que han puesto en peligro los
principios democráticos y los derechos civiles y, lo que es peor, hay
posibilidades de que haya ocurrido más veces y aún pueda volver a ocurrir. En
cuanto a los inocentes o no inocentes que pueda haber en presidio, ya digo,
indulto cuanto antes. Si deben limpiar su honor, ese es un tema en el que no
entro porque la investigación nos lo dirá… o no.
Lo lamentable de todo esto es que
ya hay una persona, por lo menos, que no ya no superará nunca todo esto.
Inocentes o culpables, la vida siempre es un pago excesivo.
Como siempre, la solución de un
problema real nunca puede reparar el daño causado, sin embargo, dividiendo todo
problema en partes elementales, siempre se puede alcanzar una resolución más
aceptable.