Hace unos pocos días que he regresado de Londres y,
hasta ahora, no me he atrevido a manifestar la enorme impresión que me ha
causado este viaje.
Inglaterra, Gran Bretaña, Londres… tienen muchas cosas
que podían hacerme pensar y posiblemente nunca tendré tiempo suficiente para
todas ellas: por qué la Libra se ha podido mantener tan fuerte al margen del
euro, por qué nuestro futuro en forma de jóvenes doctorados están trabajando
allí de friegaplatos, por qué la City domina aún el mundo financiero, por qué
en Londres hay tantísimos coches de lujo y mayoritariamente conducidos por
árabes, cómo pueden aguantar los londinenses tan pesada profusión de turistas
en sus zonas más emblemáticas, por qué las leyes británicas permiten que cada
día exista un escrache diferente delante de la casa de su presidente sin montar
los sidrales que en nuestro país ha organizado el PP…
Como se puede ver, Gran Bretaña difiere mucho de
nuestra pequeña y apestosa monarquía bananera. Qué os voy a contar yo cuando
vosotros ya estáis hartos de ver esas diferencias en los medios de
comunicación. Aunque vivirlo es una experiencia que vale la pena… aunque muy
cara. Los precios y los cambios de euros a libras son algo que no se puede sostener
demasiado a menudo, la verdad.
Sin embargo, la mayor de las diferencias que he visto
en ese Londres capital del que fuera el mayor Imperio de la historia, con
nuestro país, es el respeto.
Encender la TV en un canal de la BBC y ver los juegos
de la Commonwealth donde, en un combate de lucha, se veía la bandera escocesa y
la de un país de polinesia por la representación que hacían los luchadores. La
verdad es que no conozco ninguna fórmula para poner respetuosamente la senyera
catalana en TVE. De hecho, en 36 años de democracia, nunca he visto un símbolo
catalán en la TV nacional, sin ir acompañada de alguna expresión, como poco,
sutilmente despectiva. Así que oír al locutor inglés hablar con admiración del “scotch
player” me supuso un gran choque.
Estar en el centro de un gran ciudad supone ver
también a la gente que desea ganar dinero de forma no tradicional (legales e
ilegales) y donde los turistas son importantes: carteristas, trileros, estatuas
humanas, pedigüeños, manteros, artistas urbanos… Precisamente entre estos
últimos, los artistas urbanos, destacaban los gaiteros, pero no crean que todos
eran escoceses. Sin embargo, los londinenses auténticos diferenciaban
perfectamente, frente al Parlamento británico, a un gaitero gallego de uno
escocés… ojalá los miembros de un grupo de turistas españoles que pasaban por
el puente de Westminster no me hubiesen avergonzado siendo incapaces de
diferenciarlos.
En general, lo que viví, es que a pesar de las
diferencias, y el proceso de independencia que se está llevando, existe un
respeto por Escocia, en Londres, muy superior al que se puede encontrar en
cualquier rincón de España por Catalunya. De hecho, ni siquiera mediante la
denuncia de esa mala relación que supone el Procés Soberanista, ha servido para
corregir eso. Antes, al contrario, parece que España aún se comporta mucho más
groseramente contra todo lo que huele a catalán, llegando a un punto que, más
que un proceso de independencia, parece un proceso de expulsión. Si esas son
las tácticas de los unionistas, deberían hacérselo mirar.
Desde Londres vi que Escocia era algo muy diferente,
pero por lo que, a pesar de las posibles incomprensiones que eso pudiera
generar, había una voluntad de respeto. Por supuesto no estuve en Escocia, por
lo que no vi todas las razones de la Independencia y que intuyo que tienen más
de histórico que de cultural y de respeto. Sin duda esas son las razones de que
el proceso escoces esté, a priori, tan igualado.
Por otro lado, en el proceso catalán, la historia es
lo de menos, incluso un tema tan importante como el económico, en plena crisis,
no sería decisivo; pero las continuas faltas de respeto en los últimos tiempos,
la diferenciación continua para lo malo, pero no para lo bueno y, sobre todo,
el ejercicio tan desproporcionado de la capitalidad, por parte de Madrid, han
provocado una situación de imposible reconciliación que el gobierno del PP se
está empleando a fondo en fomentar.
Sinceramente, sé que muchos intentan ocultar el dato,
incluso entre los independentistas, porque no desean crear alarma, pero el
independentismo, en estos momentos, es voluntad de más de dos terceras partes
de la población… Y va a más.
Y lo que debería ser más sorprendente, pero para quien
lo vive no lo es, el independentismo ha traspasado las barreras de los barrios
de inmigrantes de mayoría castellanohablante. En estos momentos el
independentismo ya no es una tendencia de “pobles” de “catalanes cerrados” y
empieza a ser la tendencia de la izquierda urbana y harta de vivir pisoteada y
sin salidas. Por eso PP, CiU, PSC, C’s… la derecha en general, pierde fuelle. A
decir verdad, mal que les pese a “La Casta”, Podemos es la única esperanza del
unionismo en Catalunya, justo porque representa al unionismo respetuoso.
Curioso que tenga que ser un viaje al extranjero… un
viaje a Londres, el que tenga que darme una nueva perspectiva de lo que está
pasando realmente en nuestra casa.
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