Hoy me he
encontrado con una de esas respuestas derrotistas que tanto tocan las narices,
pero he decidido no darle caña a su autor. Y la razón es que he preferido hacer
este artículo.
Hasta 1978 era
impensable que la acción de un solo ciudadano pudiera derrotar a una entidad
bancaria. Entonces, como hoy, el mito de que, los bancos lo podían todo, frente
a los individuos, estaba fijado en las mentes de todos. Sin embargo, el hastío
de un solo individuo ante el maltrato al que le sometió una entidad bancaria
para poder cobrar un talón, le hizo pensar en una estrategia para devolverle el
daño.
En 1978 el Banco
Coca cayó fruto de su orgullo y de su mala leche. Todo porque un ciudadano intentó
cobrar un cheque al portador y sin barrar, en ventanilla.
El autor de la
hazaña que desembocó en el hundimiento de la entidad bancaria, ya había sido
obligado a desplazarse a la otra punta de su ciudad para cobrar otro cheque,
cuando había oficinas más próximas. Por otro lado, el cobro a través de su
propia entidad, suponía, además de una demora de varios días, una decepcionante
comisión.
A nuestro
personaje, además del desplazamiento, lo que le preocupaba era tener que cruzar
toda la ciudad de vuelta, con una importante cantidad de dinero en la cartera.
Para poder llevar a
cabo su venganza, el individuo se hizo con un mapa con todas las oficinas del
Banco Coca y decidió acudir a todas ellas antes que a la que le correspondía.
En todas las oficinas intentó cobrar el cheque… y en todas ellas monto el pollo
para que todos los clientes se quedaran con la copla. El trabajito empezó a las
9 de la mañana y hacia las 12:30, de aquel mismo día, la mayoría de oficinas ya
habían tenido que aplazar los pagos por ventanilla porque un 5% de los clientes
de esa ciudad habían retirado sus fondos y no quedaba líquido.
Fue precisamente
esa falta de líquido lo que llevó a que la información de problemas en la
entidad saltara de ciudad en ciudad y, a la hora del cierre de las oficinas, ya
se había desatado el pánico. Así, a la mañana del día siguiente, la entidad
tuvo que cerrar todas sus oficinas y horas más tarde ya se especuló con la
quiebra.
Aquel incidente
obligó a modificar las normativas bancarias, pero, sobre todo, demostró que,
con inteligencia, siempre se pude llegar a un gigante.
Por eso nunca
debemos decir a nadie cosas como “no seas ingenuo” o “es imposible”. La
obligación de todos nosotros es la de denunciar cada irregularidad, cada
injusticia y hacer mella, en la medida de nuestras posibilidades, en la dura
piel de los poderosos, porque incluso las pieles más duras, a base de rozar y
rozar, terminan por pelarse.
Como he dicho al
principio, hoy alguien me ha llamado ingenuo por mandar un twitt a Barclays
pidiendo que frene sus inversiones en Israel… pero el mío no era el único
twitt. Por muy rendible que sea el negocio de las armas yo no creo que una
entidad bancaria quiera arriesgarse a ser el nuevo Banco Coca
¿De verdad creen
que soy un ingenuo o más bien es que hay gente que disfruta intentando robarte
la energía?
Eso es algo que
deben decidir ustedes… y rápido.